Los Scouts, La Gruta, Silmaril y Yo
14 junio, 2020

Por Jose Manuel Varela Osorio – Tigre Alado

Esta historia es sobre Rock and Roll pero el inicio es triste.

El año 2005 fue el más difícil de mi vida. Estaba terminando casi por obligación una carrera por la cual ya había perdido casi todo interés. Cada día era más evidente que mi novia, a la cual yo adoraba, y con la que llevaba más de tres años ya no me amaba, lo cual terminó en una muy difícil ruptura. Ese hecho  me llevó por primera vez a conocer la depresión. Por fortuna, desde mis 7 años había sido Scout, y de todos los amigos que alguna vez conocí, el más especial era Ricardo. Él era unos años mayor que yo, y estudiante de último semestre de medicina era además el Jefe de la Tropa IV Turzagas, y yo su su Sub-Jefe.

Un dia, en medio de mi ruptura amorosa hice una crisis y agarré una pared a golpes. Unas horas después, cuando ya no estaba llorando descubrí que tenía la mano derecha completamente fracturada. Llamé a Ricardo le conté lo que había pasado, y el inmediatamente fue por mí, me llevó al hospital, y luego le mintió a mi mamá sobre lo que lo sucedido. Me llevo a su casa, allí me hizo todo un diagnóstico y me empezó a tratar. Durante los siguientes meses no se me despegó, estaba pendiente de a qué hora me levantaba, si comía, qué comía, mi actividad física, de todo, y así para final de año yo ya me encontraba mucho mejor.

En 2006 realmente quería un nuevo comienzo, y la cosa pintaba muy bien. Había empezado el año viajando con Ricardo y la Tropa por primera vez al parque Tayrona, sitio que en los años por venir se volvería muy especial para todos.

Parque Tayrona, enero de 2006, Ricardo Mancera al al centro de la foto

Durante los dos años anteriores Ricardo no pudo acompañar casi a la Tropa por sus prácticas de la universidad, por lo que esa labor me correspondió completamente a mí; pero las prácticas ya habían terminado y ahora podríamos ir juntos a acampar con los muchachos más seguido. Obviamente programamos la salida más bacana para el puente de marzo: Iremos a acampar al nevado, subiendo a pie por la ruta de Termales del Ruiz. Durante días planeamos todo, la ruta, las actividades con los niños, los sitos donde dormiriamos, hasta que llegó el sábado 18 de marzo.

Nos encontramos a las 8:00 AM en el Parque Olaya, tomamos un colectivo hasta Gallinazo, y comenzamos a subir. Paramos a almorzar en la casa de la Chec, y quisimos bañarnos en las aguas termales de La Gruta antes de seguir.

Encuentro en el Parque Olaya, 18 de Marzo de 2006

Sobre lo que pasó luego no ahondare en este escrito, por que como ya lo dije, esto se trata sobre Rock and Roll, pero prometo dejar el enlace con la historia al final.

A las cuatro de la tarde hubo un accidente. Cayó sobre nosotros una enorme avalancha y nos arrastró. Ricardo y diez niños más murieron. Yo fui rescatado por un Scout (Tropa) y un Rover (Clan, los más grandes) quienes fueron los únicos que no estaban en las aguas termales al momento del accidente. Salí del agua completamente desnudo, la avalancha me arrancó toda la ropa excepto mi pañoleta. Estaba muy herido y con hipotermia cuando los compañeros me encontraron. Mi recuperación física tardó meses.

Silmaril era mi bar favorito, era donde iba con Ricardo y el resto de amigos scouts de mi edad, a   algunos los conocía desde los 7 años. De hecho el sitio había sido fundado por otro antiguo integrante de nuestro Grupo Scout.

Un viernes en la noche Dahiana, Ana María y Alejandro, amigos Scouts de toda mi vida me quisieron sacar de la casa, por primera vez desde el accidente,  obvio me llevaron a nuestra casita.

Nos reímos jugamos, y tomamos cervezas, y en algún momento de la noche me metí debajo de una mesa, y me encontraron llorando, y me dije: ¡puta, estoy otra vez deprimido!

Durante el resto del año las cosas no cambiaron mucho, me tiré dos semestres, no salía mucho, salvo a las actividades scout que eran lo único que me ponía alegre, el resto del tiempo seguía triste; hasta una noche de octubre.

Primer Viaje a la Gruta tras el accidente Mayo de 2006

Dahiana, a quien ya mencioné arriba, había sido desde siempre mesera en Silmaril. Como ellas se enteran de todo lo que no deben, se dio cuenta que los dueños habían quebrado y lo iban a vender. Tenían miedo, pues todos iban a perder su empleo, y se le ocurrió ir a contarme a mí y a mi mamá. Mi madre llevaba meses preocupada por verme en ese estado, y creyó que tal vez sería buena idea regalarme mi lugar favorito en el mundo. Al día siguiente, viernes en la noche, fue con migo, buscó al dueño y me lo compró.

El sábado siguiente llegué a la reunión de la Tropa a las 9:00 AM. Estaba tan sonriente, que todos lo notaron, y me no me dejaron arrancar la reunión sin contarles: “¡Compramos Silmaril!”. Hubo una enorme gritería y estos chicos de entre 12 y 16 años empezaron a hacer planes de remodelación.

El dueño había quedado de hacerme entrega a las 2:00 PM, como siempre llegué algo retrasado, y al mirar las ventanas las pañoletas colgaban de ellas. Toda la tropa había ido a remodelar, y cual ejército de Oompa Loompas, estaban corriendo mesas y desmontando el lugar para las remodelaciones. Durante 11 días seguidos al salir del colegio, pintaron, lijaron, operaron herramientas eléctricas, hasta dejar el lugar perfecto. Esta fue la razón por la que que ese trapito Azul, blanco y verde colgó durante años en el salón principal, cosa que prometo volverá.

¡Y por fin comenzó el rock and Roll! Mis amigos se multiplicaron por 100, conocí mujeres hermosas, y por primera vez en vida era muy popular. Todas las fiestas locas y extrañas que se me habían ocurrido en la universidad (Sí, era yo el que las armaba) ahora las podía hacer cada 8 días, y por primera vez me hacían ganar dinero. ¡HACÍA CONCIERTOS!, tributos a mis bandas favoritas, estaba viviendo los años más felices de mi vida. También seguí más activo que nunca como Dirigente Scout.

Los chicos, a los cuales seguí viendo crecer me rogaban por dejarlos entrar, cosa que solo les permitía si se iban a comer un brownie con helado en la tarde, aunque un día los deje tocar con su banda un sábado en la noche… Shhhhh, shito no le digan a nadie.

Los años siguieron pasando, y logré el sueño que debería poder lograr cada ser humano: Vivir haciendo lo que ama. Por eso adoro ese sitio, esa casa vieja, eso que yo he llamado pomposamente “Nuestro Pequeño Templo de la Libertad”, en donde un día me perdí en los ojos de mi futura esposa, y entendí que después de tanta fiesta me había enamorado.

Mi Mas grande apoyo en estos años, Nathaly, mi futura esposa

Muchos de ustedes apenas se están enterando de esto después de tantos años de conocerme, pero la verdad, aunque no me molesta hablar del tema, tampoco quería que determinara la relación que tengo con mis nuevos amigos.

Mi plan era escribir esta historia y publicarla para el 18 de Marzo de este año, pero justo ese día, y ante la perspectiva de los meses por venir, en los que parecía casi seguro que iba a perder nuestra amada Casita, caí en una fuerte depresión, por lo que no fui capaz de escribir nada, y apenas hasta ahora, en donde puedo apreciar todo el amor que ustedes nos han dado en estos difíciles meses, me siento con la fuerza y la alegría para contar lo que debe ser una historia feliz, una historia que seguiremos escribiendo.

Como lo prometí acá dejo el enlace a algo que escribí hace unos años sobre esos terribles días de marzo de 2006: 

18, 19, 20 de Marzo de 2006