Con la tierra entre los dedos
29 abril, 2020

Por Juan Pablo Castañeda, Caballero Errante

La ruptura entre la ciudad y el campo, siempre me ha sorprendido como se usan sin observarse, parecen ajenos el uno del otro, aunque se necesiten profundamente para subsistir.

En ciudades más grandes me di cuenta que solo hacer una excursión al campo puede tener una gran logística, trayectos de horas, tráfico, peajes y en gran parte desconocimientos; Después de visibilizar esto, entendí que para hacernos mejores ciudadanos debemos mejorar nuestra relación con nuestro entorno y esto va desde conocer de dónde viene nuestra agua, hasta donde se siembra la papa de nuestro almuerzo y no pensar que las cosas llegan simplemente, también es importante conocer los saberes de los que cultivan y entender el profundo conocimiento que tienen sobre semillas, huertas, y tantas otras cosas, pero más allá de esto permitirnos a nosotros ver a los campesinos, su cultura, sus diferentes personalidades con riquezas y carencias.

Hay que enseñar al niño endeble de la ciudad que, por encima del techo del cine, brillan las estrellas”.

Ser un ángel desde el cielo es muy fácil” a veces desde la ciudad castigamos a los taladores de árboles a los pescadores y a los cultivadores, sin entender sus necesidades y su estilo de vida, también los juzgamos sin reducir nuestro consumo exagerado de materias primas y no comprendemos que al igual que nosotros están sobreviviendo.

La conservación debe beneficiarnos y tener en cuenta a los habitantes del campo, el bosque y la selva, dando una alternativa económicamente viable para su sustento, por tanto, no podemos únicamente pensar que las cosas mejoraran sin entenderlos, por eso profundamente creo que tenemos la inmensa oportunidad de comunicar el campo y la ciudad; más aún si nuestra ley nos invita a velar por el cuidado de la naturaleza y buscar su preservación.

No podemos conformarnos con poco y debemos estructurar proyectos y generar ideas en las mentes de nuestros integrantes siendo ajustadas a nuestra realidad.

El Scout ve en la naturaleza la obra de Dios y procura su conservación y su progreso”

Incorporar en mi vida este punto de la ley Scout fue profundamente importante, acerco mí entender a la grandeza palpable de las montañas y los océanos, me llevo a observar la inmensa oportunidad de conocer nuestro planeta, el único conocido con Cóndores y Ballenas, arboles tan grandes como la Ceiba Cartagena en el magdalena, que puede tener más de un milenio y frailejones en el páramo de 5 metros de alto (creciendo un centímetro al año).

Por eso en el día internación del Árbol recordamos con alegría la actividad realizada el pasado 7 de Marzo con nuestros hermanos Scout del grupo V San Jorge donde sembramos árboles en Monte León Sector La Carola y también cuando nuestra comunidad aprendió a sembrar una huerta urbana.

Tristemente los árboles que sembramos no alcanzan a mitigar el daño ambiental que producimos, aparte de esto, una industria puede contaminar en segundos lo que miles de ciudadanos se esfuerzan en ahorrar toda la vida, solo si Coca Cola dejará de fabricar 10 millones de botellas de plástico al día y se pasara al vidrio dejaríamos de arrojar millones plásticos al mar.

pero sin duda nuestra misión es crear conciencia en la sociedad; si emprendemos acciones para cuidar y sensibilizar a la población sobre la necesidad de los cambios personales y normativos para proteger la naturaleza estamos dejando este mundo en mejores condiciones de las que lo encontramos.

El planeta tierra sostiene el capricho y el derroche de más de 7.000 millones de habitantes, enseñar a ser más amigable con el ambiente puede permitirnos no perecer como especie y por eso debemos recordar y vivir la vida al aire libre.