Por: Isabella Jaramillo Ocampo, Panthera Tigris de Amur
El 19 de Marzo de 2016, se llevaba a cabo el primer campamento de Grupo de ese año, y asimismo, mi primer campamento, el que marcaría mi vida para siempre.
Yo, perteneciente a la Patrulla Tigres en ese entonces, estaba llena de expectativas para este campamento, el que viviría alrededor de personas con las cuales me siento en familia; era muy emocionante para mí pasar por primera vez tres días fuera de casa, y viviendo algo que se salía bastante de mi cotidianidad. Llegamos a la fundación Niños de los Andes, sitio donde se llevaría a cabo el campamento, organizamos los espacios de cada rama y las carpas en las cuales dormiríamos, recuerdo que los dirigentes con ayuda de algunos Scouts, realizaron una construcción de güaduas muy alta, lo cual me dejó bastante impresionada.
La tarde se fue alrededor de risas, y juegos entre todos, y al llegar la noche los dirigentes nos pidieron que nos uniformaramos para la formación de todo el Grupo. Eran casi las 8pm, y junto a las demás ramas, empezamos a jugar, a realizar dinámicas y cantos alrededor del fuego, fue un momento maravilloso, se sentia tan fraternal, tan acogedor, tan feliz. Mientras cantabamos, se podía observar el cielo con algunas estrellas, y aunque la noche era fría, por el calor del fuego y la emoción del momento, no sentía frío en mi cuerpo. Disfrutamos mucho ese momento, porque, aparte de ser compañeros del mismo Grupo Scout, se sentía que todos nos habíamos convertido en una gran familia.
Al día siguiente, hicimos varias actividades en Grupo, fomentando la unión entre todos, algo que era muy agradable porque hasta ese momento no compartíamos mucho con las demás ramas.
En la noche del 20 de marzo, se celebraría una Ceremonia muy significativa para algunos Rovers de ese entonces, la famosa “Partida”, algo de lo cual no tenía idea de cómo era o que significaba. Como parte de la ceremonia, la Tropa los invito a hacer con ellos sus gritos de Patrulla, recordando como pasaban por cada rama, y se notaba lo emotivo que era para ellos. En ese momento entendí el significado de esta hermosa ceremonia; pues estaban cerrando un ciclo importante en su vida Scout, y abriendo dos caminos hacia la vida como dirigentes o ciudadanos. Allí me di cuenta que el movimiento Scout tenía un significado enorme en el corazón de todos los que estábamos presenciando ese momento, y desde ese ahi, supe que quería eso en mi vida, que quería vivir más momentos como el de esa noche, y algún día llegaría al punto en el que estaban los Rovers que culminaban su camino, quería que al llegar a esa ceremonia y pasar cada rama como ellos lo habían hecho.
Al dia siguiente, finalizamos el campamento, todos nos encargamos ordenar el lugar en el que estuvimos, porque como buenos Scouts, hay que “dejar el mundo en mejores condiciones de las que lo encontramos”. Llegué a mi casa muy cansada porque no había dormido bien, por el frio, y el acostarme en el suelo con un sleeping, pero con una felicidad enorme de haber vivido una experiencia tan bonita como esta, y con la esperanza de poder vivir muchísimas más, y con el corazón enorme por este gran movimiento.
Por experiencias como esta, y muchas mas, me di cuenta que ser Scout es un privilegio, que me siento orgullosa de pertenecer a un movimiento como este, y que siempre será un espacio feliz para todos los que estamos en el.
Agradezco a las personas que han hecho parte de estas grandes experiencias, y a las generaciones futuras que no dejan que estas costumbres y vivencias se pierdan en el tiempo. Espero que todos, puedan llegar a vivir experiencias como estas, en las cuales uno siente que está donde debería estar, y está feliz.
Mira todas las fotos de este campamento en: 2016 – Campamento de Grupo Niños de los Andes