Tropa
Turzagas
Entre el Cielo y el Mar
6 julio, 2010
Corría enero del año 2006, la Tropa IV Turzagas empezaba  a vislumbrar un inmenso cambio. Los Años anteriores la membresía había sido escasa, y con dificultad podíamos mantener abiertas nuestras patrullas, apesar de ello contábamos con algunos de los mejores Scouts que nos hallan acompañado, ademas de un gran Jefe.
Es ahí donde un campamento de ensueño aparece, viajar tan lejos como no lo hacíamos hace años, lejos de las montañas que nos son tan queridas, lejos del frío que suele acompañar nuestros campamentos, cerca al mar, cerca a antiguas culturas, nuestro destino era  el Parque Nacional Tayrona.
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Partimos en Enero, acompañados en nuestro bus con Scouts de otros grupos, pero con la intención de tener nuestro campamento aparte.

El viaje fue de noche, larguísimo, sólo mitigado por los siempregeniales apuntes de Santiago Álvarez quien en esta ocasión decidió llevar a «Enrique» su alter-ego; al final el cansancio nos pudo más el sueño, al amanecer la imagen de la Sierra Nevada aparecía ante nosotros como presagio de lo que seria un viaje inolvidable. Al llegar al parque no sabíamos muy bien con que nos íbamos a encontrar, ninguno de nosotros había estado allí antes, lejos de nuestro entorno tradicional de montañas y lluvia, nos encontrábamos frente a una espesa y húmeda selva que a pesar del gran número de turistas no dejaba de parecer inhóspita. Justamente uno de ellos nos proporcionó el momento epifánico del viaje, de entre el bosque vemos salir un hombre rubio de larga cabellera, ojos claros, y envuelto en una sabana, unánimemente pensamos que se trataba del mismísimo Mesías, idea que hubiéramos conservado a no ser por la hermosa pelirroja que acompañaba a este turista holandes.
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La selva dio lugar a una inmensa playa de arenas claras y fuertes vientos, el impacto fue inmediato,  sabíamos que este seria un sitio diferente. Ya en el sitio de campamento el lugar parecía una terminal de un aeropuerto internacional, los acentos y los idiomas se confundían, dando la sensación de que eramos los únicos colombianos en esta playa colombiana. Tal vez la constante belleza de la que vivimos rodeados los colombianos, nos ha mal acostumbrado, y hemos perdido la capacidad de asombro ante estos sitios que enamoran y envician a quienes los visitan desde otras latitudes.

Un par de días más tarde decidimos visitar «Pueblito», una antigua ciudad indígena, el ascenso hasta el sito es difícil, un impresionante camino de piedras magistralmente acomodadas, puentes y escalinatas, la luz se filtra entre los árboles dando un color muy especial al recorrido. El calor y la humedad convierten los 2.5 Km en un verdadero reto. Al llegar las ruinas de la ciudad hacen todo aun más sobrecogedor. Las casas son redondas de anillos concéntricos, representaciones del universo tal como lo ven los Kogi, su fundación es una ocasión especial la cual se aprovecha para narrar a los niños la mitología de su pueblo.
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Entre calor sofocante, la comida de Pablo, las olas de cuatro metros, las imprudencias de pollito, y ¡llevar 3 homónimos en un grupo de 8! sobrevivimos al Parque Tayrona, era imposible imaginar que esta seria el ultimo campamento para Andres Eduardo y Ricardo, tal vez por ello algunos de nosotros seguimos regresando allí como en una suerte de peregrinaje, para así a través de los recuerdos mantener viva la risa de nuestros amigos.
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